Un problema de salud típico de nuestro tiempo es el colesterol, oímos hablar del colesterol continuamente: en la televisión, en las revistas, en anuncios pero no nos lo tomamos lo suficientemente en serio como para controlarlo. Es una sustancia grasa natural presente en todas las células del cuerpo, y es necesaria para que el organismo funcione con normalidad. Se produce principalmente en el hígado, y también está presente en algunos alimentos.
Es necesario para la formación de ácidos biliares, que trabajan activamente en la digestión de las grasas.
La luz solar lo transforma en vitamina D para mantener la piel hidrata y protegerla.
También interviene en la formación de algunas hormonas, sexuales y tiroideas.
La sangre lleva el colesterol hasta los órganos que lo precisan, uniéndose a unas partículas llamadas lipoproteínas, de las cuales existen dos tipos: de baja intensidad (LDL) y de alta densidad (HDL).
Así tenemos dos clases de colesterol: “el malo”, que al unirse a la partícula LDL se deposita en las paredes arteriales y forma las placas que obstruyen las arterias. Y “el bueno”, que al unirse a la partícula HDL devuelve al hígado el exceso para que sea destruido.
Un nivel de colesterol en la sangre de 240, es un gran riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Si ése es el caso, hay que controlarlo, con una alimentación adecuada, ejercicio, y hábitos de vida saludables.
La última palabra la tendrá el médico, que ampliará el cuidado de nuestro organismo.